Con 35 años y tres hijos, en el 2015, Diego García Tejedor se graduó como Maestro de la Facultad de Humanidades y Educación (FHUMyE) de la UM. Cuenta que, si bien ya se desempeñaba en el ámbito educativo antes y durante la carrera, “el hecho de haber terminado Magisterio fue un antes y un después”. En la actualidad, Diego ocupa el cargo de director de Primaria en el Colegio Monte VI, donde también fue alumno. En la siguiente entrevista, habla de su vocación de maestro, desafíos y enseñanzas de la profesión tras la pandemia por Covid-19.  

¿Cómo surgió tu vocación por ser maestro?  

Durante muchos años, trabajé en el colegio Monte VI mientras estudiaba otra carrera. Me sentía tan a gusto en la tarea docente que, con el apoyo del colegio, decidí cambiar y comenzar a estudiar Magisterio.  

Aunque aún conservo algunas horas de docencia directa, en la actualidad, me enfoco en la gestión desde mi lugar de director de Primaria. Trabajando en Monte VI me siento muy bien, le tengo especial cariño como exalumno y, desde hace un tiempo, también como padre.  

¿Qué tareas realizabas antes de graduarte que te acercaron a descubrir la carrera de Magisterio?  

Comencé a dar clases en 2001. Estuve durante mucho tiempo trabajando como profesor de Inglés. Fue un proceso gradual en el que en los primeros años me dediqué a cubrir algunas horas docentes y luego pude acceder a tener un grupo a cargo.   

Los desafíos y las oportunidades fueron apareciendo, al punto que llegué a concentrar toda mi jornada laboral en el Colegio, para luego estudiar Magisterio y asumir la responsabilidad en la Dirección de Primaria en 2019.  

¿Qué es lo que más te motiva de tu profesión?   

Las carreras docentes implican un alto grado de vocación y compromiso, además de suponer estudio y profesionalización continua. Nunca debemos perder el foco, en el sentido de que siempre debemos tener en cuenta que trabajamos con personas, cada una con sus características propias que las hacen únicas e irrepetibles. Tal como lo dice Savater, es indispensable “creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender y en el deseo de saber que la anima”.  

La mayor gratificación es crecer junto a tus alumnos, en una relación de aprendizaje mutuo. Cuando me encuentro con algún exalumno, recordamos juntos los buenos momentos que pasamos en clase y te cuenta de su familia, es cuando dimensionas el significado de ese vínculo que fue generado y que perdura en el tiempo.  

¿Cómo te has adaptado a la modalidad de clases virtuales en el contexto de pandemia por Covid-19?  

La pandemia nos ha desafiado a desarrollar propuestas que hagan posible llegar a las familias. No solo nos hemos tenido que adaptar a una nueva forma de trabajar, sino que el real desafío consiste en mejorar día a día las dinámicas, a través del desarrollo de estrategias innovadoras. Es en este contexto, donde se deben poner en juego las habilidades y los conocimientos que se adquieren, entre otros lados, en la carrera docente.  

Si bien la virtualidad nunca debe ser considerada como sustituta de la presencialidad, esta modalidad de trabajo podría complementarla. Su principal beneficio es romper las distancias y dar acceso a las oportunidades.   

La virtualidad bien planificada es una herramienta muy valiosa para mantener el vínculo y generar aprendizajes. Podría coexistir perfectamente con el modelo que conocemos. El desarrollo de algunas habilidades en el manejo de las herramientas informáticas y el desarrollo del trabajo colaborativo, esenciales para insertarse de buena manera en el mercado laboral en el futuro cercano, pueden también considerarse dentro de los beneficios de esta propuesta. 

¿Qué relación encontrás entre los maestros y el valor del servicio?  

El equipo docente, y el maestro en particular, es el pilar de la propuesta educativa. La dedicación que demuestran los maestros, más en estos tiempos difíciles y de incertidumbre, es muy valorada por los padres.   

Es posible que la actual coyuntura haya resignificado la figura del maestro. Hoy, más que nunca, los padres muestran gratitud hacia el compromiso de los maestros.  

"Es posible que la actual coyuntura haya resignificado la figura del maestro"  

También sos docente en la Facultad de Humanidades y Educación de la UM (FHUMyE)  
 
Sí. Hace algunos años comencé a dar clase en la FHUMyE, específicamente en formación docente de la carrera de Magisterio. Me he dedicado a acompañar a los alumnos de cuarto año de Magisterio en su Análisis Pedagógico de la práctica docente, materia con la que se reciben. Adicionalmente, dicto un taller de “Educación e Integración de tecnologías digitales en el aula” para los alumnos de tercer año y otro de “Apoyo en Didáctica” para los alumnos de cuarto.  

Como docente universitario, intento volcar mi experiencia y seguir creciendo desde lo profesional y personal. Los cursos se desarrollan en un ambiente ameno y de intercambio constructivo.  

"Como docente universitario, intento volcar mi experiencia y seguir creciendo"  

En un futuro ¿te gustaría seguir estudiando?   

De hecho, sigo estudiando. En 2020 terminé un Postgrado en Curriculum y Evaluación en la Universidad Católica del Uruguay (UCU), y en estos momentos me encuentro realizando mi tesis de maestría, del mismo programa.  

En Educación, como en muchas otras profesiones, es necesaria una formación continua, por lo que no veo en mi horizonte dejar definitivamente de estudiar.  

¿Qué le dirías a un preuniversitario que está pensando en estudiar Magisterio en la UM?   

Recomiendo fuertemente estudiar Magisterio en la UM. Realizarlo en un ambiente universitario, con una sólida formación académica, asegura la mejor preparación para enfrentar los desafíos que se vienen.

En la FHUMyE se trabaja con el objetivo de que el graduado sea un verdadero profesional de la Educación, capaz de hacer la diferencia en donde le toque ejercer su profesión.