“La escuela es otra”
Darío Greni miró por la ventana del avión y vio las parcelas con distintos tonos de verde del suelo uruguayo. El origen de su viaje era Texas, EEUU, en donde formó parte del programa “Teacher Exchange”, tras ser seleccionado por Fulbright. Después de pasar por Migraciones en el aeropuerto de Montevideo, subió con su valija a un vehículo que estacionó en Prudencio de Pena. Entró a un salón de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Montevideo (UM) y participó de la primera clase de la nueva edición del Postgrado en Educación que ofrece la Universidad a directores de centros educativos, con el apoyo de la Fundación Reaching U y Fundación Beisso Fleurquin y otros socios estratégicos.
Greni es director de la escuela rural Nº 88 “Alfred Nobel”, ubicada a unos cinco kilómetros de la ciudad de Canelones, y rodeada de las mismas parcelas en tonos de verde que se observan desde el aire. Desde hace algunos años, el director del centro educativo construido sobre el camino “Las Violetas” impulsa el aprendizaje de las ciencias a través de la investigación. Uno de los proyectos consistió en un estudio a partir del uso de macroinvertebrados como bioindicadores de la calidad del agua del arroyo Canelón Chico. El trabajo de los estudiantes fue reconocido por la NASA en el marco del programa “Globe”, como describe este artículo de El Observador.
Al preguntarle sobre el inicio de su vocación por la docencia, Greni se remonta a sus días de clase en la UTU de Canelones. Al comenzar sus estudios como electricista -a los once años- descubrió que lo suyo era enseñar. En los últimos veinticinco años ha estado al frente de distintos centros educativos. Un día, la inspectora de zona, la maestra Grétel Fernández, a quien Greni describió como “una líder que fomenta la capacitación y el análisis de las prácticas educativas”, compartió con él y otros directores el llamado para el Postgrado en Educación de la UM.
Unos días antes de volar a Texas, Greni completó el formulario y filmó el video necesario para la postulación. Ya en EEUU, al volver de una escuela ubicada en el distrito de Liberty Hill, recibió una videollamada de la directora del postgrado, la Dra. Lidia Barboza. Después de esa entrevista, obtuvo la respuesta afirmativa. Luego vinieron dos años de capacitación, visitas (antes del comienzo de la pandemia) a centros educativos de todo el país y el aprendizaje a través del trabajo en la escuela que dirige.
De esta forma, afirmó que conoció el funcionamiento de todo el sistema educativo uruguayo, contó con “profesores de excelencia” y trabajó con una “serie de estándares muy elevados”. “En la primera visita de pares, en la que recibí a cinco docentes acompañados por nuestra directora (Dra. Lidia Barboza) y un profesor, ese mismo día lo científico estuvo de manera explícita sobre la mesa. La ayuda recibida para ver y entender aquello que se trabajaba de una manera natural fue el inicio de una investigación-acción que sigue y seguirá siendo parte de mis prácticas como líder pedagógico de este centro”.
Con respecto al postgrado, el director de la escuela rural de Canelones destacó “la formación integral” a nivel no solo teórico, sino también práctico: “Nos permitía analizar nuestra labor, relacionarla con lo aprendido y generar así estrategias nuevas que se plasmaban en planes de acción para fortalecer los procesos de enseñanza y de aprendizaje dentro de nuestra institución. El valor de este trabajo, sin lugar a dudas, será la premisa de aquí en más a la hora de gestionar cualquier centro educativo en el que me encuentre como director”.
La capacitación tiene un efecto expansivo, como el de círculos concéntricos al tirar una piedra al Canelón Chico: “La escuela es otra, mi persona es otra, mi rol se ha visto fortalecido y, sin lugar a dudas, considero que la gestión que hoy llevo adelante, tiene mucho de lo recibido. La diferencia es notoria en los ejes en los que se estructura nuestra labor como directivos”. “La organización como director y la rigurosidad de hablar con el apoyo de evidencias -obtenidas en cada una de las aulas- fue la moneda corriente en estos años”, agregó.
En relación a la conveniencia de impulsar en otros centros educativos proyectos como el que fue reconocido por la NASA, el director contesta que su respuesta es “un rotundo sí”: “Debemos pensar siempre hacia dónde queremos que lleguen cada uno de nuestros estudiantes, cuáles serán esas metas a alcanzar. No olvidemos que nuestra función es la de enseñar. Seamos, entonces, directivos que impulsen y desarrollen el potencial de toda la comunidad educativa. ¿Será una tarea fácil? Para nada, pero tampoco es imposible”.