“Existe una especie de magia en la acción de enseñar”
Frente a la “nueva normalidad”, los niños se mostraban contentos por ver y dialogar con sus compañeros, por encontrarse nuevamente en los espacios del jardín de infantes; sin embargo, su lenguaje corporal manifestaba quietud y sedentarismo. Temerosos por moverse o realizar actividades de desplazamientos, poco a poco el “clima áulico” del Jardín de Infantes de Progreso, Canelones, fue propiciando la comodidad, el involucramiento, los movimientos. Esta vez, respetando las medidas protocolares sanitarias.
Andrea Molinari, la directora del centro educativo y alumna de la tercera generación del Postgrado en Educación de la Facultad de Humanidades y Educación (FHUMyE) de la UM, recuerda que durante varios meses los espacios verdes con juegos estaban limitados con una cinta amarilla. Desde el día que los niños notaron su ausencia, tras tener incorporado que en ese espacio no se podía transitar, “la felicidad fue plena en las horas del recreo”: “Ahora se los ve interactuar, disfrutar y participar en todas las actividades que se proponen. La asistencia se ha ido incrementando”, comentó.
“Para mí, existe una especie de magia en la acción de enseñar”, declaró Molinari, que definió este año como un gran desafío. Desde 1995 ejerce la docencia y el compromiso por querer contar con estrategias que le permitieran enseñar en el área de educación Inicial fue lo que la guió a considerar una mejor profesionalización en el área. “La oportunidad de generar un vínculo que propicie aprendizajes, afianzando, restructurando o incorporando saberes es un arte”, agregó.
Luego de haber ejercido la docencia como maestra a cargo y maestra directora, pasar de zonas urbanas a rurales y haber ocupado distintos cargos en carácter suplente, interina y efectiva, hoy Molinari está al frente del Jardín de Infantes de Progreso desde 2019 y atiende a 260 alumnos en diez grupos en doble turno, funcionando cinco grupos en la mañana y cinco en la tarde.
¿Cómo fue el progreso de asistencia desde que se retomó la presencialidad?
Con la incorporación en forma habitual del lavado de manos y el uso de alcohol en gel, las clases presenciales iniciaron el día 15 de junio, convocando a los alumnos de forma gradual y escalonada. Mientras que el uso del tapaboca es obligatorio para los adultos, para los alumnos es voluntario.
Cada grupo estaba dividido en dos subgrupos que asistía dos días por semana. De a poco los horarios se fueron incrementando hasta cumplir con el habitual (cuatro horas diarias). En la actualidad, cada quince días un subgrupo asiste en la semana tres días. El ingreso y egreso en la institución se realiza en forma escalonada con intervalos de cinco minutos entre cada grupo; mientras que en los espacios internos se respeta el distanciamiento entre los alumnos y adultos de la institución.
Durante el periodo de suspensión de clases se ofreció el servicio de “bandejas”, sustituyendo el comedor tradicional. A partir del 26 de octubre se ofrece en la institución el servicio tradicional de comedor. El almuerzo es elaborado en la escuela especial N°223 y transportado en forma diaria por dos funcionarias. El incremento de comensales y el respeto por las medidas sanitarias, provocó que el servicio se ofrezca en nuestra institución.
¿Con qué desafíos se encuentran hoy?
Hasta la fecha la asistencia asidua de los alumnos es un desafío, así como los recursos de cada familia en cuanto a dispositivos y conexión a internet. A su vez, el ofrecer el servicio de comedor tradicional implica otro gran desafío diario: desde la organización de espacios (un aula que se acondicione para funcionar como comedor) hasta la optimización de los recursos humanos para poder realizarlo.
En cuanto a las prácticas pedagógicas, el pensar en consignas para ser transmitidas a través de la virtualidad fue una situación que generó salir de la zona de confort: salir al encuentro con el par pedagógico, reflexionar, capacitarse, consensuar y contextualizar ha sido un desafío que se aborda en la cotidianeidad.
¿Cómo es el modelo de clases y adaptación?
Se aborda una pedagogía en la que se propicie un “laboratorio viviente”, al decir del pedagogo canadiense, Michael Fullan. También se ha iniciado el abordaje de una metodología basada en ABP (aprendizajes basados en proyectos), que permite a los alumnos adquirir conocimientos y competencias mediante proyectos que dan respuesta a “problemas” de la vida real.
La formación y capacitación del colectivo es necesaria para poder trabajar en proyectos. La problematización, desarrollo de la autonomía, autorregulación específica y el rol de guía que debe tener el docente son los aspectos que se deben tener en cuenta para generar resultados beneficiosos.
Las instancias de sala (virtuales o presenciales) han sido los espacios en común para lograr acuerdos, elaborar y retroalimentar las prácticas pedagógicas, habilitando el reconocimiento de los aspectos a felicitar, así como los aspectos a mejorar, profundizar o modificar. Siempre con el propósito de generar que los alumnos aprendan más y mejor, según cada ritmo y estilo.
¿Qué herramientas te brindó el postgrado durante los meses de enseñanza a distancia?
El Postgrado en Educación de la FHUMyE ha sido un pilar fundamental, ya que generó en mí la construcción de un nuevo posicionamiento en cuanto a la gestión en educación.
Las instancias con los diferentes referentes tutores del Postgrado me han favorecido en el acercamiento a nuevas herramientas, ya que en un ambiente educativo son varios los aspectos que confluyen para propiciar más y mejores aprendizajes.
Por un lado, los aprendizajes mediados por la tecnología han sido primordiales en estos tiempos “híbridos de enseñanza”, donde es fundamental considerar la innovación educativa. Esta se puede realizar si se considera un diseño curricular y una enseñanza por proyectos, teniendo en cuenta las emociones y afectividad en el colectivo y en los adultos referentes. Además de poner el foco en una pedagogía de la expresión, donde prime la acción del involucramiento de los protagonistas: los alumnos.
Por otro lado, la evaluación se presenta como un gran desafío en el ámbito del centro educativo y en los aprendizajes. Resulta pertinente vincular la temática del liderazgo al desarrollo de comunidades de aprendizaje, entendida como cultura de trabajo o herramienta de desarrollo.
¿Y para este momento de readaptación a lo presencial?
En esta etapa de readaptación, empleo las herramientas obtenidas tanto en las prácticas pedagógicas como en las alianzas con los actores de la comunidad. Promover el trabajo colaborativo, de manera crítica y de intercambio de prácticas requiere de un liderazgo en gestión que propicie una construcción situada del conocimiento, a partir de nuevas experiencias, investigando, evaluando e incorporando la voz de los involucrados, fomentando la innovación y otorgando sentido real al cambio educativo.
Agradezco la oportunidad de formar parte en este Postgrado, tan enriquecedor profesional como personalmente. De “excelencia” es el nivel de cada profesor/a. La directora Lidia Barboza es una excepcional líder, al igual que el grupo de pares y la UM que propicia la realización. Es una experiencia única, de las más gratificantes que he tenido en mi trayectoria docente.
Andrea Molinari pertenece a la tercera generación del Postgrado en Educación de la Facultad de Humanidades y Educación de la UM que otorga el título en “Especialización en Liderazgo, Gestión e Innovación educativa”. Este programa de dos años, que comenzó en el 2017 y ya va por su tercera generación, es de dos años y 100% gratuito gracias al apoyo de Fundación ReachingU y Fundación Beisso Fleurquin.