“La formación siempre buscó impulsarnos a más”

Ingrid Bernatzky es alumni de FCEE. Desde hace más de nueve años, trabaja en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington D.C., donde vive junto a su esposo y sus hijos
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Desde Washington D.C., Ingrid Bernatzky recordó el momento en que tuvo que elegir qué carrera universitaria estudiar. Contó que no fue fácil porque “le gustaba todo” y, como le decían las maestras desde que era niña, “tenía facilidad para los números y las letras”. Lo que sí sabía con certeza era que le gustaba el mundo empresarial, relacionarse con las personas, coordinar un equipo y hacer “un trabajo meticuloso”. Finalmente, mientras terminaba la secundaria en el Liceo de Nueva Helvecia, eligió estudiar Contador Público.

No había pensado en la UM porque asumió que no podría pagar una universidad privada. Sin embargo, una amiga le recomendó conocerla y —“como no tenía nada que perder”— viajó desde Nueva Helvecia con su madre. Más de diez años después, recuerda muy bien ese día: “Hay una cosa que me quedó grabada, y fue el trato que recibí. Todavía me resulta difícil explicarlo, pero básicamente me sentí bienvenida, acogida, y también percibí que los que me entrevistaban estaban contentos de poder hablar conmigo y que nada tenía que ver si podía o no pagar la cuota mensual. Me sentí incluida y sentí que también yo, a pesar de ser del Interior y no disponer de los mejores medios económicos, tenía una oportunidad en una de las universidades más prestigiosas del país”.

Relató que, al ver su escolaridad, le propusieron hacer una prueba de aptitud. Le explicaron que los estudiantes con buenas notas “siempre podían tener un lugar en la universidad” a través de los planes de becas. “Me encantó. En ese momento, sentí que todo había valido la pena. A los pocos días me llamaron para decirme que había pasado la prueba y que, si estaba interesada en estudiar en la UM, era más que bienvenida”. Era el verano de 2005. En marzo, comenzó las clases en la Facultad de Ciencias Empresariales y Economía (FCEE).

Siendo estudiante, empezó a trabajar en auditoría en KPMG. Gracias a eso, consiguió la oportunidad de una pasantía en el departamento de Finanzas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). “Este trabajo me enriqueció mucho porque era una unidad con mucha exposición, mucho trabajo y poca gente para hacerlo. Entonces, siempre caían en mis manos proyectos desafiantes y rutinas divertidas”, relató. Después de cinco años, postuló a una posición en el equipo de Tecnología como Team Leader para la implementación de dos proyectos de capital muy grandes: SAP y Convergencia, el sistema que usa el banco para monitorear las operaciones y proyectos de los países miembros. Fue aceptada y comenzó una nueva etapa: “Fueron dos años intensos que valieron mucho la pena”.

En enero de este año volvió a “cambiar el rumbo” al comenzar a trabajar en el departamento de Finanzas de la Corporación Interamericana de Inversiones, que es parte del Grupo BID. La contrataron como “Special Advisor” para ayudar en la transformación y mejora de procesos. “Este trabajo requiere un rol bastante versátil que demanda más de mí como Project Manager que como contadora. Mi rol es liderar estos cambios, que pueden ser culturales, de sistema, de funciones, de personal, de proceso o de documentación y comunicarlos consistentemente a toda la organización”, explicó.

Variedad, internacionalidad y una "formación sólida"

Con una trayectoria laboral de varios años, al pensar en la carrera de Contador Público hay dos visiones de esa profesión con las que no coincide y que su experiencia refleja. La primera, es que un contador se dedica exclusivamente a la contabilidad. “Si miro mi grupo más íntimo de compañeros de generación —hoy mis amigos, regalo que también me dejó la UM— ninguno hace nada parecido al otro, tenemos perfiles totalmente diferentes”, dijo. Agregó que entre ellos hay analistas de riesgos, auditores, project managers, analistas en gestión de efectivo, consultores en gestión humana, analistas en marketing y asistentes en recursos humanos, entre otros.

La segunda, es la idea de que un contador solamente puede ejercer en Uruguay. “No comparto esa noción y, de hecho, es opuesta a todo lo que viví. Creo que contabilidad podés hacer en cualquier lado. Obviamente, moverte implica que tengas que aprender las reglas y normativa contable aplicable al país donde ejercés, pero no te ata. Y todas las demás funciones, que por la versatilidad y formación del contador podés ejercer, no tienen fronteras”, afirmó desde Estados Unidos, donde vive junto a su esposo, también alumni de la UM, y sus hijos.

“La UM me dio una formación sólida”, reflexionó sobre el final de la entrevista. Afirmó que en los años de trabajo ha interactuado con personas de distintas culturas y formaciones académicas y, aunque asegura que aún tiene “mucho que aprender” de los profesionales con los que coincide, nunca se sintió “en un nivel de inferioridad intelectual” o sin estar preparada para afrontar los retos que se le presentaron. Y concluyó: “Creo que todo eso tiene que ver con la formación que recibí, que además de haber sido excelente, siempre buscó impulsarnos a más, a saber más, a estudiar bien, a trabajar mejor. Es como una búsqueda personal que empezó siendo estudiante y aún sigue en mí”.