Mano a mano con Florencia Tilk
Florencia Tilk es ingeniera Industrial graduada de la Facultad de Ingeniería (FIUM) de la Universidad de Montevideo. En el año 2013, mientras cursaba la carrera, comenzó a trabajar como pasante en Ventus, una empresa de ingeniería y construcción que brinda servicios a proyectos de energías renovables e infraestructura.
Hoy, Florencia se desempeña en Ventus como gerente de Desarrollo de Negocios para Uruguay, Argentina, Colombia y Chile.
En esta entrevista conversamos con Florencia sobre su decisión de estudiar Ingeniería, su trayectoria como estudiante de la UM y su destacada carrera a nivel profesional en un rubro tradicionalmente masculino.
¿Por qué decidiste estudiar Ingeniería Industrial?
Si bien a los diecisiete-dieciocho años todavía no somos conscientes de la relevancia de la decisión que tomamos al elegir una carrera, creo que es importante asesorarse y escuchar distintas opiniones. Recuerdo que no había antecedentes de ingenieros en mi familia, pero me reuní con estudiantes y profesionales para entender el día a día del trabajo. Más allá de que me atraían las materias de números y la ciencia, sin duda eso fue clave para elegir.
Dentro de la carrera Ingeniería, la rama Industrial es una de las más amplias y tener la posibilidad de optar por diversas salidas laborales fue una de las razones que más me motivó.
¿Cómo ha sido tu experiencia en un rubro que suele haber más hombres que mujeres? ¿Has tenido obstáculos?
Debo reconocer que yo he tenido una muy buena experiencia, pero sé que no es así para muchas mujeres. Desde los inicios me acostumbré a rodearme de hombres, incluso cuando estudiaba en la UM, cuando la proporción mujeres/hombres en la carrera y en el mundo laboral de Ingeniería era significativamente menor a la actual.
Si se logra aprovechar, creo que es una oportunidad para aportar otra manera de ver las cosas, de resolver los problemas, de encontrar soluciones y nuevas perspectivas, de negociar y de liderar equipos.
¿Cuáles son los mayores desafíos que tienen las mujeres para desarrollar su profesión, especialmente en roles que tradicionalmente fueron de hombres?
El mayor desafío es no dejarse intimidar más allá de que se trate de un rubro tradicionalmente masculino, romper con el preconcepto de un perfil más de tipo administrativo y animarse a tomar cargos de responsabilidad, liderazgo y toma de decisiones.
¿Cuál es tu mayor motivación para desarrollarte como profesional?
Creo que el mundo es un lugar cada vez más competitivo y debemos estar a la altura si queremos diferenciarnos. La realización personal, la pasión por el trabajo y la estabilidad a largo plazo han sido las mayores motivaciones para desarrollarme como profesional. Esta misma razón me llevó a hacer un MBA en el IEEM en 2018, para complementar el conocimiento técnico de Ingeniería con habilidades gerenciales, claves para crecer en una organización.
Si tuvieras que identificar un aprendizaje que hayas tenido a lo largo de tu carrera, ¿cuál sería?
La importancia de la comunicación. Cuando seguimos una profesión tan técnica como Ingeniería, solemos subestimar el poder de la comunicación y de expresarnos de forma adecuada con los interlocutores. En muchas ocasiones, hacer una correcta gestión de expectativas y comunicar el avance del proyecto a un cliente, es aún más importante que encontrar la solución súper perfeccionada para su problema.
¿Cuál es tu consejo para las mujeres que quieren estudiar Ingeniería?
Mi consejo es que se animen, es una carrera desafiante, pero sin duda alguna, vale la pena. Más allá del aprendizaje técnico, considero que nos provee de una manera de pensar y razonar distinta, que es muy útil en la vida profesional. Nos aporta ese “chip” de no rendirse fácilmente, sino intentar encontrar la solución a un problema hasta lograrlo. Desde el punto de vista laboral, estudiar Ingeniería nos abre muchísimas puertas y oportunidades tanto a nivel local como internacional.
¿Qué recuerdos tenés sobre tu paso estudiando en la UM?
Tengo muy lindos recuerdos. Desde la perspectiva académica, la carrera te aparta de la zona de confort y te obliga a desafiarte a ti mismo. A nivel personal, además de llevarme grandes amigos, fue en la UM donde conocí a Nico, que es mi pareja hasta hoy. A nivel profesional, la UM te prepara para entrar rápidamente al mercado laboral. De hecho, yo ingresé a Ventus a principios de 2013, a través de una práctica profesional, siendo aún estudiante. Hoy Ventus es un actor clave a nivel regional, como empresa de ingeniería y construcción que brinda servicios para todas las etapas de proyectos de energías renovables e infraestructura. Formo parte de las más de 750 personas que conforman la compañía y me desempeño como gerente de Desarrollo de Negocios para Uruguay, Argentina, Colombia y Chile.
¿Nos podrías contar alguna anécdota?
Era mayo de 2017, yo vivía en Buenos Aires por trabajo y estaba a cargo del asesoramiento técnico y regulatorio que brindábamos desde Ventus a un importante cliente europeo que había decidido invertir en un proyecto eólico. Dentro de las tareas a realizar, debíamos seleccionar a un proveedor de China que ejecute parte de la construcción. Una vez elegida la compañía, una delegación de ocho miembros de la empresa oriental se instaló en Argentina con el objetivo de concretar la firma de un preacuerdo de adjudicación. Los plazos apremiaban y el ritmo de trabajo era realmente muy intenso. Dos días antes de la fecha de partida de los representantes del grupo, surge una diferencia en el entendimiento que cada parte tenía del alcance. Recuerdo que los proveedores exponían su postura durante varios minutos y el traductor nos retransmitía solo unos segundos, la comunicación era muy compleja y estábamos al borde de romper el acuerdo comercial. En un determinado momento, ya bastante entrada la noche, se me acerca la responsable técnica y entre señas y dibujos me intenta explicar su posición. Así, con garabatos en una hoja A4 y de la manera más impensada, a pesar de la barrera del idioma, logramos ponernos de acuerdo. Volvimos a la sala principal con el resto del equipo y, para sorpresa de todos, las diferencias fueron resueltas. Recuerdo esta anécdota como un ejemplo de “pensar fuera de la caja”, como una idea que tuvimos las mujeres del grupo de trabajo de hacer algo distinto para solucionar el conflicto.