La UM otorgó 830 títulos

La ceremonia de graduación tuvo lugar en el Estadio Charrúa y participaron las generaciones que finalizaron sus carreras en 2020 y 2021
Imagen aérea de muchos jóvenes con toga y birrete.

El césped verde se mezcló con el negro a medida que los graduandos de la Universidad de Montevideo (UM) ingresaron al Estadio Charrúa con sus togas. Aunque estaban entrando a la cancha, ya habían jugado el partido. Uno de los más importantes de sus vidas. En una tarde de verano, la UM entregó 830 títulos de tecnicaturas, grado y postgrado. El encuentro fue histórico porque se celebró la culminación de estudios de distintas generaciones, tituladas a fines de 2019, durante 2020 y el 2021, considerando que las primeras dos debieron aplazar su graduación debido a las restricciones sanitarias provocadas por la pandemia. 

A medida que familiares y amigos llegaban a las tribunas el viernes 10 de diciembre, las pantallas del estadio proyectaron fotos de graduandos durante sus intercambios académicos en el exterior. Los presentes disfrutaron también de un show en vivo de Beatles Forever Band. A continuación, el coro entonó las estrofas del himno universitario “Gaudeamus igitur” para recibir al rector, al secretario académico y a los decanos de las distintas facultades, que se instalaron en el estrado. El rector de la UM, Dr. Juan Manuel Gutiérrez Carrau, dio inicio a la ceremonia. Luego, el secretario académico, Dr. Enrique Etchevarren, presentó a los graduandos y anunció la proyección de un video sobre la identidad de la Universidad. El testimonio de Rodrigo, que estaba presente entre los jóvenes con toga, ilustró la misión de la UM y emocionó a los presentes. 

A continuación, los graduandos de cada facultad comenzaron a subir al estrado, a medida que escuchaban su nombre, para saludar a su decano. Lucía Alonso, Lucía Rodríguez y Jimena Bello hablaron en representación de todos los egresados de grado. Su discurso estuvo articulado en torno a la suma de distintos factores antagónicos y complementarios que forman parte de la vida universitaria: “En ese combate de ambivalencias es que crecimos, que aprendimos, que maduramos. Aprendimos que, para ser buenos profesionales, primero tenemos que ser buenas personas; porque el éxito requiere paciencia y porque la paciencia implica perder para ganar”. 

“Porque en estos años aprendimos de los libros, pero -sobre todo- aprendimos del recuerdo, del consejo, del experimentado y del novato. De este modo, no nos queda más que agradecer por los momentos vividos, por las oportunidades brindadas, por el constante apoyo y por lo aprendido. Porque nos enseñaron a aspirar a la excelencia y el valor del servicio”, concluyeron.

Otro momento emotivo de la ceremonia se dio cuando, durante el discurso en representación de todos los graduandos de postgrado, Sebastián Yancevm invitó a sus pares a girar para mirar quienes les acompañaban desde las gradas: “Para comenzar quisiéramos pedirle a todos los graduados que vean a sus padres, hermanos, esposos, hijos, amigos, a sus seres queridos, y reconozcan en ellos su acompañamiento, su impulso, su comprensión, para que las horas de estudio dedicadas, las horas de disfrute postergadas, y el esfuerzo que significa terminar un curso de postgrado, hoy sea una realidad. El esfuerzo se plasma en esta ceremonia, y es de seguro para todos un honor poder compartir este momento de alegría, fruto de la perseverancia y el apoyo incondicional”.

La graduanda Camila Mutuberría agregó: “Ahora llegó el momento de usar de la mejor manera este privilegio, volcando a nuestras profesiones todo este valor. También queremos invitarles a que pensemos en que el aprendizaje no es solo currícula y nuestro aporte debe ir más allá, siendo inspiración para otras personas, para que el conjunto de profesionales crezca año a año”.

Sobre el final de la ceremonia, el rector de la UM se dirigió a los jóvenes con toga y birrete. Contó que una vez le preguntaron cómo debían ser los graduados de la UM y respondió: “Personas que trabajan bien, que se las conozca por trabajar bien, que vivan el valor del trabajo bien hecho. Y, sobre todo, que sean personas buenas, personas de bien”. 

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