Mujeres en la academia

Profesionales de las diferentes unidades de la Universidad de Montevideo dan su visión sobre la vida en la academia, las claves para desarrollar su carrera con éxito y el balance con su vida personal
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Ser multidisciplinarias y buscar el balance entre la vida profesional, la académica y la familia. Tener claro que la disciplina y la vocación van de la mano para alcanzar los objetivos con éxito. Ser curiosas y escuchar con entusiasmo el entorno. Así transmitieron su experiencia en la academia algunas de nuestras representantes.

La motivación de trabajar como formadoras

La vida académica es exigente, demanda mucha cantidad de horas de investigación, tareas administrativas, asesoramiento y dictado de clases. Pero los momentos de intercambio con los estudiantes, colegas y otros profesionales es lo que les brinda satisfacción y las motiva día a día. “Es súper enriquecedor ser testigo y parte del crecimiento, maduración y evolución de los estudiantes”, aseguró Ana Balsa, investigadora y referente en el área de Economía de la Salud.

Patricia Schroeder, directora del Máster en Dirección de Comunicación, comentó con entusiasmo sobre su rol docente en la FCOM: “Creo que me recuerdan porque fui parte de un proceso de transformación, aprendizaje y logré sembrar una inquietud. Además, transmito mucha pasión por lo que hago; entonces, me gusta que también se apasionen por los temas que les presento”.

Valeria Fratocchi, referente de Comportamiento Humano en la Organización en la Escuela de Negocios de la UM, dijo: “Es imprescindible saber cuál es la misión de cada uno. Arribé a mi profesión [de docente] con una vocación muy humanística y creo que, al generar un impacto sobre las personas, se consigue un cambio positivo. Es gratificante poder contribuir con una idea y consejo o cuestionamiento, formar a las personas con las que tenemos interacción a partir de los cursos que brindamos en la Universidad”.

Isabelle Chaquiriand, directora del Centro de Formación Terciaria en Servicios e Innovación de la UM, habló de la importancia de formar un buen equipo de trabajo que complemente las competencias y cualidades personales y profesionales. “Disfruto muchísimo de mi oficio, no solo por lo que hago sino por la gente con la que trabajo” y agregó que siempre busca un equilibrio justo entre la práctica y el análisis, por eso continúa con un pie en el ámbito empresarial y otro en el universitario. “Implica un enorme esfuerzo, pero creo que es un balance perfecto. Procuro que los temas académicos en los que me involucro tengan mucho que ver con mi actividad profesional para que haya una sinergia positiva”.   

Un camino personal y profesional sin límites

¿Qué aconsejan para lograr el equilibrio y éxito a nivel profesional, personal y familiar? A pesar de que las entrevistadas no creen que exista una receta, todas coinciden en que lo principal es fijarse metas y tener las prioridades claras. A su vez, valoran y agradecen la flexibilidad laboral, el apoyo de la familia y hacen hincapié en cultivar una fuerte vocación por el desarrollo profesional.

“Creo que hay que aprender a organizarse y ser realista con cada situación para evitar frustraciones. Se trata de un balance permanente, que permite categorizar objetivos y ver lo esencial con claridad”, dijo María Brugnini, coordinadora académica de la carrera de Abogacía (FDER) y directora de la Licenciatura en Traducción (FHUMyE).

Fratocchi añade que “luego de planificar, hay que ser estricta con una misma; lograr que, ese minuto que una dedica para hacer algo, sea de calidad. Para que el tiempo realmente rinda hay que tener un máximo de consciencia situacional, estar en el aquí y ahora”.

Andrea Giménez, directora del Máster en Dirección de Empresas de Salud y profesora en el Centro de Ciencias Biomédicas, habló de la importancia de fomentar el desarrollo profesional con valores de excelencia y valores universales. “Para mí es imprescindible colaborar con proyectos y personas en las que creo. Involucrarme en muchos proyectos y elevar al otro”.

Para Schroeder “también es importante tener la capacidad de ser multitasker, de ir alternando el tiempo que le dedicamos a cada área de nuestra vida, y de ver el largo y corto plazo. Saber que si estás atravesando un momento de encrucijada no va a ser para siempre. Por ejemplo, nunca dejé de estudiar, pero no siempre lo hice de forma intensa, tuve momentos en los que disminuí el ritmo. Valorando el rol de la mujer siempre digo: yo quiero todo. No me quiero sentir limitada en ningún espacio”, afirmó Schroeder.

Ana Balsa, por su parte, aconsejó “mirar el medio vaso lleno, ser agradecido con las oportunidades y posibilidades que uno tiene. Y cuando hay mucha presión, aprender a decir que no y compartir más las responsabilidades”.

Asimismo, la docente de la Facultad de Ingeniería Analía Conde aseveró que “uno tiene que estar convencido de lo que hace, poner lo mejor de uno siempre y perseverar a pesar de los obstáculos”. Y contó:  “Haberme graduado de ingeniera fue mi primer logro […] no lo hubiese logrado sin el apoyo de mis padres. Por otro lado, no tuve docentes mujeres en la parte técnica de la carrera de Ingeniería telemática, pero sí tuve profesoras en materias humanísticas. Hoy me llena de orgullo ser parte del cuerpo docente con capacidades prácticas y teóricas. Creo que es motivante para las nuevas alumnas contar con profesoras ingenieras desde un comienzo”.  

La mujer en la academia hoy

“Tenía la imagen de que las mujeres estaban –generalmente- en el rol de soporte y no en el de decisión o de investigaciones más relevantes. Hoy tengo una visión muy diferente: veo mujeres en la academia en posiciones de decisión, haciendo investigaciones que marcan agenda, de mucha responsabilidad en la sociedad”, opinó Chaquiriand.   

Para Andrea Giménez, “lo esencial en la academia es promover el trabajo en equipo, promover al otro y las ideas que valen la pena, no importa el sexo. Se trata de colaborar en forma positiva, admitir la diversidad de pensamiento y realidades, y reconocer el mérito de los colegas en el área de la medicina”.

Balsa explica que, en la disciplina de la Economía, “las mujeres tienden a trabajar más en áreas que tienen que ver con lo social. También tienen en general discursos más articuladores, menos polarizados, tienden menos a plantear las cosas en términos de blancos o negros. Un artículo reciente de The Economist señalaba que las mujeres economistas tienden a preferir soluciones intervencionistas al libre mercado en mayor proporción que los hombres, y expresan mayores preferencias por la redistribución y el cuidado del medio ambiente”.

Por su parte, Fratocchi enfatizó que el acceso globalizado a la educación ha sido un conductor de oportunidades, y una plataforma para que muchas mujeres se transformen en referentes de la formación. “Si hay un ámbito en el que prevalece la búsqueda de la verdad y la vocación de servir a otros es, justamente, la academia. Ahí no hay trabas ni condiciones especiales para nadie. Se trata de tomar las virtudes que uno tenga y ponerlas al servicio de la sociedad, para construir conocimiento, compartirlo con enorme generosidad y que sea aplicable a una sociedad que cada vez demanda más soluciones”.