Sesión inaugural de MDC y ComPol

Participó como orador el ministro de Salud Pública Daniel Salinas
Sesión inaugural de MDC y ComPol

La Facultad de Comunicación (FCOM) de la UM llevó a cabo el miércoles 27 de abril la sesión inaugural del Máster en Dirección de Comunicación (MDC) y del Postgrado en Comunicación Política 2022. Estuvo presente la directora del MDC, Mag. Patricia Schroeder, moderó la docente de FCOM, Dra. Belén Amadeo, y participó como invitado especial el ministro de Salud Pública del Uruguay, Dr. Daniel Salinas, para hablar sobre los principales desafíos de comunicación que debió afrontar el gobierno uruguayo durante la pandemia por COVID-19.

Al comienzo de la sesión, Schroeder brindó unas palabras de bienvenida a la nueva generación de alumnos y presentó al invitado. Luego, el ministro habló sobre temas que se imparten en la Maestría y el Postgrado, que le tocaron vivir desde el gobierno durante la pandemia, entre ellos: comunicación de gobierno, gestión de asuntos públicos, negociación, comunicación de riesgo y comunicación de crisis. Al finalizar, la directora del MDC comentó sobre su experiencia como asesora de comunicación en el MSP y el ministro contestó algunas preguntas del público.

A continuación, se presentarán algunas de las consultas que surgieron en la sesión.

¿Cómo fue la comunicación al inicio de la gestión?

Recuerdo habernos reunido en la Plaza Independencia para asumir nuestros cargos y cinco días después estar llamando a absolutamente todos los prestadores públicos y privados, gremios, Instituto Pasteur, Universidad de la República, el director de sanidad… éramos veintidós personas reunidas y nadie tenía conocimiento de nada. Cada uno iba con su discurso. En el MSP había solo un kit para 100 determinaciones de COVID-19 y ningún plan preparado para enfrentar la pandemia. De hecho, el asesoramiento que habíamos recibido era: “es como la gripe A H1N1, eventualmente va a pasar”. Es difícil abordar un panorama incierto donde la gente se siente vulnerable y hay ausencia clara de liderazgo por parte de organizaciones mundiales de la salud, nadie sabía bien qué hacer.

¿Se plantearon objetivos a seguir?

Sí, había distintos ítems a desarrollar: primero, organizar la información; segundo, hacer un plan A, B, C, D y todos los que fueran necesarios; tercero, el despliegue teórico y la administración de suministros y logística, después la formación del equipo porque teníamos cerca de 900 funcionarios que venían de la administración anterior y teníamos abordar este desafío todos juntos: los viejos y los nuevos funcionarios. Eso hacia la interna del Ministerio, después había que gestionar la comunicación con Presidencia, entre Ministerios y con todos los actores del sistema sanitario.

Los organismos internacionales nos decían que había que ir por fases, pero como ya sabíamos lo que pasaba en otros países, Uruguay dio una respuesta de fase cuatro estando en fase uno. Empezamos a coordinar acciones y a repartir responsabilidades. Ese trabajo en equipo fue parte del éxito en la gestión. En cuanto a la comunicación, el eje fue la transparencia, nunca se le ocultó ninguna noticia a la población.

¿Cómo fue la comunicación de gobierno hacia los ciudadanos?

Para esa instancia conformamos un grupo asesor con diez expertos de primer nivel. Ese equipo pasó a formar parte de lo que luego se conoció como el GACH, Grupo Asesor Científico Honorario. Conformamos un equipo de expertos que aportaban su conocimiento y sugerencias en momentos clave como lo fue el de la vacunación. Estos expertos actualmente siguen asesorando al MSP.

La decisión de la vacuna fue difícil. Nos tuvimos que enfrentar a un escenario de incertidumbre, de noticias falsas y de desinformación. Uruguay tiene una alta tasa de vacunación, pero muchos no querían dárselas porque decían que no estaban probadas. Costó mucho traerlas, hablar con laboratorios, llegar a acuerdos con China y EE.UU. Evaluamos científica y jurídicamente qué era más conveniente, los pro, los contra y, por un tema de marketing, había gente que quería una y no la otra. Fueron temas complejos de comunicación que tuvieron su peso.

En un momento me preguntaron: ¿cuál es la mejor vacuna? Yo dije: “La que llegue primero”. Porque entre la nada misma y una promesa de vacuna que iba a venir de a puchitos, como se estaba viendo en todo el mundo… La Pfizer era muy buena, pero nos venían 50.000 dosis por semana para vacunar a 3 millones. De la vacuna Sinovac llegaron 200.000 y a la semana 600.000 y al mes 1 millón más. Por eso empezamos a repartirla.

¿Cómo gestionaron ese proceso?

Nosotros confiamos en GAVI COVAX, un mecanismo de colaboración internacional que estaba aprobado por el Fondo Rotatorio de la OPS y que nos venía funcionando para todas las vacunas que tenemos. Siempre el timing de entrega fue muy bueno, pero en este caso fracasó rotundamente, hay que decirlo. Entonces tuvimos que cambiar el libreto, salir a hacer compras bilaterales y entrar en negociación. A medida que iban llegando, vacunamos y vacunamos.

Hicimos un seguimiento longitudinal de los anticuerpos circulantes en sangre. Una vez que acumulamos esa información valiosa para ser publicada, dijimos: “Tenemos que ir por un refuerzo con Pfizer”. Ya habíamos vacunado a casi toda la población, fuimos pueblo a pueblo, barrio a barrio, olla a olla, empresa a empresa, cárceles y establecimientos para ancianos, los ciudadanos estaban a salvo. Entonces nos tocó tomar decisiones difíciles, como la vacunación heteróloga.

Desde la OMS nos dijeron que la tercera dosis no estaba aprobada. Ahí tuvimos un cruce con Tedros, el director de la OMS y me acuerdo que en una conferencia de prensa un periodista nos dijo: “La OMS dice que la tercera dosis no está aprobada todavía” y a mí me salió del alma contestarle: “Nosotros la vamos a dar igual, estamos convencidos de que es lo mejor”. Al final fue un éxito y evitó que tuviéramos un golpe de la ola Delta.

Que no se malentienda, con el diario del lunes todo el mundo es campeón, pero la realidad es que Uruguay hizo un manejo correcto con los recursos que tenía. Podría remontarme a muchas anécdotas y casos concretos como los epp, los test diagnósticos o los respiradores.

¿Cómo fue su relación con los medios tradicionales, con la comunicación digital y con la comunicación territorial?

Al inicio la comunicación estaba centrada en Presidencia porque este tema se trató con la importancia y jerarquía que merecía. Había una formalidad que luego fui dejando porque empecé a comunicar con mis conocimientos sobre Medicina, como médico que le habla a la población.

En cuanto a la comunicación territorial, recorrimos el país dos veces en 2020 y 2021, todos los centros hospitalarios donde había Covid, adentro de los CTI, en los vacunatorios, estuvimos por todos lados, y hablar con la gente fue una experiencia necesaria, con las señoras, con los adolescentes, con los equipos de salud, es importante la presencialidad y no dirigir solo desde la oficina.

Nos sirvió para acercarnos y recibir críticas también. Recuerdo un diálogo con una mujer que dijo: “Sepa que me vacuno, pero estoy en desacuerdo porque me están dando la AstraZeneca y deberían darme la Pfizer”. Yo le dije: “¿la vacunaron ya?” “Sí”, me dice. “Bueno, entonces ya está protegida, señora”, le dije. ¿Qué íbamos a hacer? Teníamos esa vacuna y la gente no la quería. La terminamos donando a Paraguay por un problema de marketing y comunicación del laboratorio. Fue tremendo.

Me preguntaste por las redes también. Ahí un poco me impusieron. En 2020 desde la parte política me dijeron: “Tenés que tener Twitter”. Yo dije: “¿por qué tengo que tener Twitter?” No quería, pero bueno, me hice una cuenta. Al principio solo retuiteaba las publicaciones del MSP. Después fue como: “A ver, ¿cómo es que funciona esto?” y empecé con mis hijos. Se escribe así, se sube asá, fue una vía válida de comunicación.

Por si quieren saber, no tengo ningún community manager, el que escribe y responde es Salinas. Recibí muchas consultas de la tercera dosis diciendo que no les había llegado la vacuna, de esas eran 13 por día en plena etapa de vacunación. Y también otras de gestión hospitalaria: “Tengo un abuelito que está por operarse”, yo no veo todo en lo que me arroban, pero algunas publicaciones sí y me ocupo de responder.

¿El periodismo se metió mucho en Twitter?

Replicaban sí, pero el contacto con los periodistas fue mucho por Whatsapp. Aprendí que no hay que contestar todo, sino más bien lo que es de interés para la población y el cuidado de su salud. Me resulta muy útil mantener un diálogo fluido con los periodistas porque puedo ayudarlos a publicar información más precisa.

¿Se hizo algún tipo de estudio o medición del impacto de las publicaciones en redes durante la pandemia?

Se hizo uno de la repercusión en redes. No se olviden que el Ministerio de Salud Pública aumentó de 30 mil a 163 mil seguidores en Twitter en este tiempo y 800 mil si sumamos en todas las redes. También se hizo un tracking de la respuesta ante las distintas campañas. Patricia puede dar más detalles.

Patricia: Hicimos un estudio sobre las fake news respecto a la vacunación, investigamos qué cuestiones estaban desinformando y con ese análisis se hizo la campaña de efectividad vacunal: Ciencia en clave de fútbol, en la que contamos con la ayuda de jugadores de la selección uruguaya. Ellos hablaban en términos de porcentajes de goles conseguidos con la vacunación.

Para los jóvenes, vimos que la mayoría de las organizaciones estaban usando Tik-tok y una vez que tenés el canal abierto nos preguntábamos qué subir, pero bueno, le fuimos buscando la vuelta para llegar a todas las edades. También en una fase estaba el tema del protocolo para todo, ¿se acuerdan? Parecía que no podíamos vivir sin protocolos. Llegamos a hacer 200: para ir a clase, para ir a trabajar, para subirse al ómnibus. Fue impresionante.

Así nació la campaña de Protokola. En la noche de la nostalgia le pusimos un look revival a la rokola y planteamos los protocolos con canciones adaptadas a la pandemia, por ejemplo: “A mí me volvió loco tu alcohol en gel”, en vez de “tu manera de ser”; “la máscara amarilla”, en vez de “la pollera amarilla”. Pusimos un poco de humor para explorar nuevas formas de comunicar.

Al principio era todo muy racional: las tres cosas que debés saber, siete acciones para cuidarse, todo con números. Después fuimos pensando en una comunicación más emocional y aparecieron los videos de los cracks de los Andes: Canessa y Zerbino. Cuando recién empezaba la pandemia, el ministro me dijo: “Vamos a tener que cruzar la cordillera y hay que explicarle a la gente que algunos se quedan en el fuselaje y otros tienen que hacer la travesía”. Así surgió la idea.

Para cerrar, ¿alguna anécdota que lo haya marcado?

Muchísimas, pero creo que lo mejor de todo fue cuando me enteré que en la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), Argentina, hicieron una tesis doctoral sobre el Twitter de Salinas. Con eso me despido.

Muchas gracias por responder todas las preguntas, señor ministro.

Por favor, gracias a ustedes.

No le sacó el cuerpo a las balas.

No, pero estoy todo agujereado.

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