Comunicadora internacional 360
Crédito fotografía de portada: Gabrielè Niekytè
Cecilia Arregui vive en Aarhus, Dinamarca. En 2017 comenzó una maestría en la universidad con el nombre de esa ciudad y que continuó en Gales (Reino Unido) en el segundo año del programa. Hoy trabaja en el departamento de Estudios de Periodismo y Medios de la Universidad de Aarhus, donde también realiza un doctorado y da clases a estudiantes de maestría, entre otras cosas.
Arregui, quien floreció en el oficio de comunicadora, habló con Prensa UM sobre su recorrido profesional, la influencia que tuvo formarse en Uruguay y en varias organizaciones internacionales, así como del valor de la profesión que convive con la crisis, la reinvención y la falta de fondos.
¿Por qué decidiste estudiar Comunicación?
Desde que tengo recuerdo yo sabía que quería ser periodista. Jugaba a ser periodista… me encantaba y sigue gustando escribir. Vengo de una familia de periodistas. Mis padres son los dos periodistas. A mi hermano y a mí nos llevaban a la sala de Redacción y, para mí, ese era el mejor día, porque nos dejaban usar la computadora sin límites, poner jueguitos online (en casa el internet no era tan bueno) … pedíamos delivery… y me gustaba el ambiente en las Redacciones. Me encantaba ver la movida, las reuniones editoriales, cada uno con su tema… siempre me pareció fascinante. (…) Estaba clarísimo para mí que iba a estudiar Comunicación. Después de recorrer un par de universidades, la UM fue la que más me convenció. Tuve una reunión con Luis Melgar, hablamos de música, de libros, de intereses compartidos y quedé contentísima. Y terminé con una Beca a la excelencia y listo… no había duda.
Inicialmente mi intención era ser periodista (de hecho, es lo que soy), pero estudiando Comunicación en la UM también descubrí el mundo audiovisual y me copé con la edición de videos, con la producción y eso fue en lo que me enfoqué durante los primeros años de mi carrera: periodismo multimedia y videoperiodismo.
Trabajaste en medios nacionales e internacionales, con distintos formatos y cultura periodística. ¿Cómo ha sido tu experiencia en el rubro? ¿Cuáles han sido los mayores desafíos y por qué? ¿las mejores oportunidades?
En pocos años tuve experiencias muy intensas. Apenas me gradué hice una pasantía en Nueva York, en Storyhunter, una productora de videoperiodismo. Mi rol era de editora. En algunos casos, incluso, hice subtitulación de videos. En Estados Unidos hice otras pequeñas varias pasantías, todas relacionadas con lo audiovisual. De hecho, la primera fue una en Panther Productions cuando era estudiante en la UM y gané la beca para ir a Chapman University.
Después trabajé algunos años en El Observador como videoperiodista y periodista multimedia. Buscando historias no necesariamente de la agenda cotidiana, sino más bien historias que se pudiesen contar en formato video. Hice varios especiales multimedia y sus respectivos textos para diario papel. Luego trabajé en la primera edición de Premio Destacados de Ikusi y Teledoce como directora de Producción. Hice una pasantía en The Guardian (en Reino Unido) en el departamento multimedia y luego trabajé en CNN en el área digital haciendo edición de video.
Todas han sido experiencias increíbles. Me enseñaron muchísimo.
Los mayores desafíos van más allá del formato, o de qué tan internacional, grande o limitado en recursos sea el medio. Es importante encontrar formas de contar historias que atraigan a la audiencia y, aun así, mantener los valores del periodismo. Eso recae en encontrar las historias adecuadas, las que vale la pena contar.
Mi interés personal ha sido ver qué estaba fuera de la agenda política o de economía, y salir a buscar historias de gente que escuchamos menos, de pequeños pueblos, distintas comunidades y cosas que no escuchamos a menudo. El periodismo, creo, está en un momento de crisis, de cambio de paradigmas (lo ha estado en las últimas décadas) y lo sigue estando. Creo que estoy en una generación bisagra. Espero que cómo encaremos, cómo contemos estas historias y cómo decidamos hacerlo, tenga un impacto positivo en el rumbo que vaya a tomar el periodismo. Lo cierto es que cada vez se pide hacer más con menos recursos. La financiación en el rubro, en muchos países, es muy limitada. Sin embargo, cada vez se pide hacer más cosas y en menos tiempo. Eso es un hecho. Es un desafío y una oportunidad.
¿Cuál es tu mayor motivación para desarrollarte como profesional?
La primera motivación es que me apasiona el periodismo. Es una profesión importante que vive una crisis tecnológica, económica, de valores, de credibilidad. No lo tomo como algo negativo, sino como lo que es: un momento de cambio para el periodismo, por lo que la sociedad está necesitando. En este contexto, desarrollándome como profesional espero poder aportar un granito de arena al futuro de esta profesión. Actualmente, haciendo mi doctorado y trabajando en una universidad, espero aportar desde la investigación y como formadora de futuro profesionales.
Si tuvieras que identificar un aprendizaje que hayas tenido a lo largo de tu carrera, ¿cuál sería?
Algo que aprendí a lo largo de mi carrea es que ser apasionado por lo que uno hace no significa que debe equivaler al cien por ciento de tu tiempo. Es importante tener un balance en la vida. Lo aprendí en la cultura escandinava (se trabaja 37 horas a la semana), con fines de semana y donde hay tiempo para estar con amigos y familia. Creo que me ha hecho más efectiva y me ha hecho trabajar incluso con más pasión. A veces hay que tomar pausas para luego florecer cuando una está trabajando.
¿Cuál es tu consejo para las mujeres que quieren estudiar Comunicación?
Que estudiar Comunicación vale la pena.
Cuando estaba en el liceo decía que quería ser periodista. Era buena estudiante y tenía buenas notas en Matemática y ciencias.Varias personas cercanas a mí y profesores me dijeron que estudiar Comunicación era una pérdida de tiempo. Que era una profesión para los que están perdidos; tenía fama de que era para vagos. ¡Espero que esa “fama” no exista más! Me pareció una barbaridad que alguien me dijera eso. No hay persona que no necesite de informarse adecuadamente, y para eso se necesita de periodistas bien formados. Lo mismo con la Comunicación corporativa. Las empresas necesitan personas bien formadas que sepan cómo comunicar.
Si te interesa la comunicación, y sabés que es una carrera que te va a apasionar, que sepas que es buena, es válida, es una carrera necesaria e importantísima.
La otra cosa es que, y en particular para mujeres, que yo nunca me cuestioné… que ser mujer pudiese llegar a tener algún tipo de diferencia en lo que iba a estudiar, un poco por la forma en que me criaron, quizá. Los vi a mi padre y a mi madre realizando el mismo trabajo, nunca me cuestioné el ser mujer. Pero hace poco, hablando con una chica joven, que le daba vergüenza aplicar a trabajos en el mundo del periodismo por causa de su género. Hasta ese momento nunca me había cuestionado a nivel personal porque nunca me frenó. Pero el consejo personal que tengo para dar es que hay que aplicar igual que cualquier otra persona.
Hoy las carreras de Comunicación y Periodismo a nivel mundial han tenido un mayor número de mujeres que de hombres. En la clase que doy hay 48 estudiantes de los cuales solo cinco son hombres. Pero aun en los medios, por más que a nivel de generaciones más jóvenes entran muchas mujeres, en los cargos de rango alto falta un poco más de representación.
Mi experiencia personal, sobre todo en Uruguay, ha sido muy buena, y que sí hay lugar para las mujeres. Y creo que hay un montón de ejemplos a seguir de mujeres que están haciendo cosas importantes en el rubro.
Un consejo para todos
Tenemos que pensar muy bien para quién estamos comunicando. Pensar en la audiencia general. Eso implica pluralidad de puntos de vista. El buen comunicador es el que conoce estos distintos mundos y, aunque no pertenezca a ellos, es importante generar vínculos y entenderlos para comunicar bien. Escuchar, empatizar y entender a las personas.
Otra cosa es el privilegio que es Uruguay. En el mundo de la Comunicación, entender que es un país donde hay libertad de expresión y libertad de prensa. Podemos hacer las cosas que nos interesan con total libertad.
Es algo que no pasa en muchos lugares. Mis alumnos vienen de más de treinta culturas distintas y tienen las mismas dificultades que nosotros, a lo que se le agrega la censura del gobierno. Tienen amigos a los que han secuestrado por escribir cuestiones de derechos humanos y muchas otras cosas.
Uruguay es un privilegio, pero sí hay mucho más que podemos mejorar, tenemos un montón para crecer, aunque no haya tantos recursos. Pero podemos contar las historias que queremos sin ponernos en peligro.
¿Qué recuerdos tenés sobre tu paso estudiando en la UM y luego como formadora?
Son recuerdos de mucha actividad. Muy frenético. Tenía un grupo muy hermoso de compañeros que, como yo, estaban súper interesados y no se podían decidir por una sola cosa. Así que hacíamos un poco de todo. Yo era la típica que estaba anotada a una cantidad loca de créditos por semestre. Hacía mucho trabajo y con muchas ganas. Mi grupo estaba en esa misma onda. Me parecía fascinante tener que hacer entrevistas para algún reportaje, o filmar cortos. Era una vida muy linda. Los fines de semana, metíamos a mi novio o amigos que no eran de la UM en nuestros proyectos, de una forma u otra, como actores, extras o para que nos llevaran de una locación a otra.
Recuerdo a la UM por sus profesores, que me marcaron, con por su pasión sobre los temas que hablaban. Profesores que conocían la individualidad de los estudiantes y por eso podían abrirles puertas, recomendarle lecturas, dar oportunidades perfectas para cada persona. Se preocupaban por entendernos y conocernos a todos y guiarnos por caminos que pudieran ser únicos para nosotros.
Eso siempre me pareció muy especial de esa universidad. He estado en muchas instituciones alrededor del mundo (Estados Unidos, Reino Unida, Dinamarca, entre otras), pero esa forma de conectar de la UM no la he visto en ningún otro lado. En 2016 di clases de Edición y Sonido en la UM y esa fue mi primer gran experiencia dando clases. Hoy doy clases en maestrías acá (en Dinamarca), pero la UM fue la primera en darme esa oportunidad.